Hay pocas certezas en la vida, pero yo hoy, acá y en
exclusiva, te traigo una: a Dios le copa el rock. Y como a Dios le copa el
rock, iluminó a los creadores de Groovestock para que hicieran la fiesta de
rock más espectacular del mundo.
Todos los viernes, hay algo bueno por lo que vale la pena
transportarse hasta Guardia Vieja 3360 (enfrente del Abasto) y pasar una noche
de pelos, moviendo el esqueleto.
Cerca de la 1 am ya se veían los preparativos. Un cable
por acá, una lista por allá. Todo listo? TODO LISTO! Sin vueltas, arrancan con
la intro de “Morir en Bolivia”, pero es sólo eso, la intro. Un amague, como
para que sepas lo que se viene. El primer tema que suena es “Maiailand”, que en
la semana fue el más pedido por la gente en las redes sociales. A lo largo de
la noche, por la lista van pasando clásicos que hacen de la jornada una verdadera
fiesta (como sólo Branca sabe lograr). “Corazón”, “El biorsi de tu patria” y “Zaino
arisco” son algunas de las canciones que hace bailar a la gente, tanto abajo
como arriba del escenario. Sigue “Elander”, con Toti de Simon Basta como
invitado para hacer las voces junto con “el Pelado”. En este punto bajan un
poco las revoluciones, pero es cosa de un momento, porque ya casi arañando el
final, suena “Morir en Bolivia” (esta vez, el tema entero) y el público vuelve
a enloquecer.
Con algunos de los músicos abajo del escenario, tocando
entre la gente y compartiendo este clima casi de ritual, suenan las últimas canciones. El cierre es con “Torito”, un infaltable de cada Luna de Brancaleone.
La próxima parada de esta banda, que hace de la mezcla de
estilos una forma de trabajo y de la unión verdadera con su gente una realidad
palpable, es el viernes 30 de noviembre en Santana Bar (Ramos Mejía).
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